domingo, 3 de febrero de 2013

Inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez.



Alguna vez os habrán hecho o harán la pregunta de sí os consideráis inteligentes, muchos de vosotros podríais responder: “Depende ¿Para ti qué es la inteligencia?”. Pues bien, dejo claro que a mí esto de catalogar no me hace mucha gracia,sin embargo, debemos comenzar acercándonos a los términos para poder responder con criterio a esta cuestión y sea o no la respuesta positiva, no está de más dejar con la boca abierta al sabelotodo que pregunta o al menos contestarnos a nosotros mismos basándonos en interpretaciones asentadas en el conocimiento y en nuestra propia experiencia .

Para hacer esto más morboso empezaré diciendo que yo NO me considero una persona inteligente, o en todo caso podría decir que mi inteligencia ha fracasado. Cambié de parecer cuando leí una y otra vez el ensayo del filósofo Juan José Marina  “La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez”.

Diré también que según este prestigioso pedagogo puede ocurrir que “personas en extremo inteligentes, según las pruebas al uso, puedan usar su inteligencia estúpidamente” y ese puede ser el caso de muchos, es posible que no utilicemos nuestra inteligencia, sea del grado que sea, de la mejor manera. Antes de seguir hablando del libro que cambió mi opinión sobre este concepto, haré una distinción de dos tipos de inteligencia:

La Inteligencia Cognitiva: El concepto de “cognición” proviene del latín y significa literalmente “conocer”; la inteligencia cognitiva se refiere a la capacidad de los seres vivos de procesar cualquier tipo de dato con carga informativa a partir de la percepción, el conocimiento adquirido a lo largo de los años  y ciertas características subjetivas que permiten evaluar y apreciar unos aspectos u otros. Como por ahora mi intención no es aburriros ni realizar una tesis sobre la inteligencia, (aún no me veo capacitada) lo diré más claro: aquella que se mide a través de los test de personalidad y el cociente intelectual. Se trata de la manera en que percibimos la realidad, empleamos los conceptos, analizamos los problemas, creamos…. Es decir en teoría es la parte más objetiva de nuestra inteligencia.

La Inteligencia Emocional sin embargo se refiere a otra capacidad: aquella que nos permite identificar los sentimientos, controlar o las emociones, estimularnos… Se trata del poder de la empatía, la capacidad de liderazgo, la resistencia a situaciones adversas, etc.
Ambos tipos de inteligencia o competencias de inteligencia no son en absoluto adversas, se complementan y a mi parecer ninguna está por encima en lo que a importancia se refiere de la otra. Se debe conseguir un equilibrio.
De hecho se puede comprobar cuando nos encontramos, por ejemplo, con una persona que presume de un currículum insuperable o una memoria envidiable pero que sin embargo, no sabe manejar sus emociones o impulsos en el puesto de trabajo.

Puedo ir más allá en el tema del desequilibrio emocional poniendo el caso del sector educativo de nuestra querida sociedad norteamericana en la que sus institutos y colegios en más de una ocasión se han convertido en auténticos campos de atrincheramiento o lugares de cacería dónde alumnos ejemplares y muy “inteligentes” han descargado su cólera o frustración utilizando como blanco de su escopeta a profesores y alumnos del centro. 
 
“La inteligencia fracasa cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos o sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente, emprende metas disparatadas o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las ocasiones; la inteligencia fracasa cuando decide amargarse la vida....” ( Juan José Marina)

Marina relaciona su teoría con lo que ya sabemos del cerebro y defiende que no hay una inteligencia cognitiva y una emocional, cómo hemos visto más arriba sino que habla de “deseos intelectualizados” o “intelectos deseantes” para referirse a las dos  inteligencias antes citadas respectivamente.
Nuestro comportamiento en la sociedad sería pues, una fusión de conocimiento adquirido y afecto, lo que viene siendo como sentimientos inteligentes y sentimientos estúpidos. Es decir,todos nacemos con cierta personalidad adscrita que depende de la inteligencia base, el temperamento personal de cada uno y también el sexo. A medida que vamos conociendo mundo adquirimos unos hábitos difíciles de cambiar, esto me recuerda a una frase que dice algo así como: “Los muebles de una casa se pueden mover fácilmente, mover los cimientos resulta  más complicado”.

Si queréis encontrar respuestas a las preguntas de porqué siempre nos equivocamos, porqué tropezamos una y otra vez con la misma piedra del camino o porqué nos empeñamos nosotros mismos en amargarnos la existencia, os recomiendo la lectura de este ensayo, una especie de teoría científica de la estupidez:  "Inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez".( Pinchad el link)




  ¿ Vuestra inteligencia ha fracasado?

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